Modestia quiere decir moderación, control, gobierno de una cosa, y tiene sentidos diversos.
Tradicionalmente se distinguen cuatro especies de modestia , dos para los actos internos y dos para los externos: Estas dos últimas especies son las que constituyen más estrictamente la virtud de la modestia que se refiere a ciertas manifestaciones externas de las personas, moderándolas y componiéndolas según la razón: impone el cuidado de actitudes y comportamientos externos (vestidos, ornato, posturas, etc.); busca la corrección sin artificio ni vulgaridad; mantiene un justo medio entre el cuidado exagerado y el desaliño.
Y en tal sentido es la virtud que gobierna nuestras acciones, gestos y actitudes de modo que, en lo posible, no demos a los demás -ni a nosotros mismos- ocasión de apetencias sexuales desordenadas.
Es defensa externa al mismo tiempo que efecto del pudor, y protección remota de la castidad.
La ligereza vana y provocativa, que lleva la atención de los sentidos hacia el cuerpo, excitando la pasión sensual, es censurable.
El ornato que da gracia digna y suscita atracción hacia la persona en todo su ser, conforme a la jerarquía de sus valores, es laudable; y aun una forma de apostolado entre las personas que buscan la santidad en medio del mundo.
Sobre el propio cuerpo, el poder aplicar convenientemente la vista sin turbarse pudibundamente, es una condición que conviene adquirir.
Quien cultive con esmero la modestia en forma delicada, pero serena, no se perjudica, sino que gana en virtud, cuando llega a practicar con cierta naturalidad todos aquellos actos, que, siendo objeto del pudor por una parte, son por otra necesarios o convenientes en la vida.
Pero son admisibles las que determina un honesto deseo de resultar agradable en sociedad; particularmente en relación con las personas íntimas, familiares, novio, cónyuge.
La mujer cristiana, con entereza y valentía, no debe doblegarse servilmente al imperativo de modas inmodestas.