Introducida como "modernidad líquida" por el sociólogo polaco-británico Zygmunt Bauman, la modernidad tardía está marcada por las economías capitalistas globales, con su privatización creciente de servicios y la revolución de la información.
Sociólogos y teóricos sociales como Scott Lash, Ulrich Beck, Zygmunt Bauman y Anthony Giddens, mantienen (contra los posmodernistas) que la modernidad continúa en la era contemporánea, por lo que es mejor concebirla como un estado de modernidad tardía.
[4] La matriz de la personalidad moderna tardía es la manera ambigua en que las relaciones sociales fluidas afectan a los individuos, produciendo un sí mismo reflexivo y múltiple.
En tal perspectiva, el posmodernismo aparece sólo como una versión hiper-tecnológica de modernidad.
La modernidad líquida, según Bauman, está marcada por cambios constantes, inciertos y acelerados que, entre otras cosas, llevan a dar más valor al índice de consumo y productividad laboral de una persona al cuidado que requiere cuando llega a una edad de vejez.
Bauman acentúa la nueva carga de responsabilidad que el modernismo líquido coloca en los individuos, en donde los patrones tradicionales son reemplazados por otros auto-escogidos.
Estas relaciones se han diluido en las grandes corporaciones actuales donde el poder es difícil de visibilizar, compartimentado en pequeñas empresas subsidiarias.
Los mandos intermedios siempre aluden a órdenes superiores del sistema, liberando su responsabilidad.
[15] Este proceso de desmigajamiento (desgajar y desmenuzar) general coincide con una concentración máxima del capital a nivel mundial por encima de las estructuras anteriores del Estado nación visible.
El paradójico proceso ya fue planteado por Galbraith (2004) al describir la crisis de las corporaciones, en La economía del fraude inocente.
Modernización reflexiva: política, tradición y estética en el orden social moderno.