La técnica de Moderna, aunque novedosa, ya ha sido utilizada y abandonada por grandes compañías farmacéuticas y biotecnológicas, al no poder superar los efectos secundarios provocados al insertar el ARN a las células.[11] En diciembre de 2020, su vacuna para el COVID-19 fue finalmente aprobada, primero en Estados Unidos y semanas después en múltiples países.Los candidatos seleccionados están diseñados para tener una mejor eficiencia en el plegado y traducción mediante mutagénesis.[13] Aunque la tecnología basada en ARN mensajero ha arrojado resultados positivos en ensayos clínicos, Moderna se ha encontrado casi siempre con excesivos efectos secundarios, especialmente cuando se han tenido que utilizar dosis altas para alcanzar el umbral de eficacia esperado.[11] En noviembre la compañía dio a conocer que, según ensayos preliminares supervisados por los NIH, esta vacuna posee una eficacia del 94,5% y no se habían presentado problemas de seguridad significativos.