Losada define el mito como “relato funcional, simbólico y temático de acontecimientos extraordinarios con referente trascendente sobrenatural sagrado, carentes, en principio, de testimonio histórico, y remitentes a una cosmogonía o una escatología individuales o colectivas, pero siempre absolutas”.
[2][3] 2) La metodología exige la propiedad terminológica conducente a distinguir: Esta claridad terminológica sale al paso de una serie de vicios que a menudo amenazan la investigación en mitocrítica: los prejuicios ideológicos, la erudición sin razón y la especulación ajena al texto.
La mitocrítica cultural se ha demostrado particularmente apta para el análisis de los mitos en la época contemporánea, cuyo estudio difiere considerablemente del realizado hasta la actualidad.
[11] Tradicionalmente, todas las religiones han contenido mitos que, como su mensaje, estaban relacionados con el concepto de trascendencia.
En la actualidad, dice Losada, “la cosmovisión inmanente ― aceptación tácita de un horizonte intrascendente en el imaginario individual y colectivo ― es mayoritaria en la sociedad occidental contemporánea.” [12] Es labor de la mitocrítica cultural explorar todas las derivaciones ideológicas que la inmanencia contemporánea proyecta sobre la trascendencia sobrenatural sagrada, a la que Losada dedica extensos análisis.
[14][15] El concepto de inmanencia debe ser tenido en cuenta para poder analizar las nuevas formas del mito.
El mundo del mito, por el contrario, postula un marco general incuestionable y admite una serie de principios universalmente válidos.
La mentalidad consumista, que acarrea la desaparición sistemática del concepto de ejemplar único y perdurable, cual es el mito.
Losada explica cómo las compañías publicitarias tratan de ligar sus productos a mitos culturales que transmiten valores deseables.