Asimismo, se les designaba "miguelistas" a los partidarios del tradicionalismo como forma de gobierno en oposición al liberalismo constitucional que los liberales, en este contexto llamados malhados ("atigrados"[Nota 1]), pretendían instaurar en el Reino de Portugal.
La Convención de Évora-Monte (1834), que puso fin a las Guerras Liberales, hizo que Miguel I fuera expulsado del trono y pasó los últimos 32 años de su vida en el exilio.
El trono fue retomado por su sobrina, la reina María II, y se instaló un régimen liberal.
Gran parte de su pensamiento, ya a mediados del siglo XX, en Portugal, fue propuesto por el movimiento Integralismo Lusitano y la organización política Causa Monárquica.
Esta ley obligó al exilio a todas las ramas de la familia real portuguesa.