No debe ser confundido con los términos Micro-Estado y país imaginario, que se refieren a otro tipo de entidades.
[4] Las micronaciones también se distinguen de los países imaginarios porque se enfocan en producir todos los elementos simbólicos y burocráticos de un estado, tales como banderas, himnos, pasaportes, sellos, moneda, títulos y embajadas en otras partes del mundo, mientras que los países ficticios suelen ser parte de una obra mayor generalmente literaria o audiovisual.
Por último las micronaciones no deben confundirse con los microestados, que son estados soberanos reconocidos legítimamente con un territorio relativamente pequeño.
En cuanto al criterio de territorio definido y determinado no se prescribe un territorio mínimo y aunque no se prescriben unas fronteras, el estado debe clarificar el ámbito territorial reclamado.
En cuanto al criterio de Gobierno, no se prescribe un tipo específico sino la efectividad para poner en marcha una maquinaria organizativa para ejercer autoridad sobre la población del territorio.
En 1820 el aventurero escocés Gregor MacGregor autodeclarado cacique de Poyais, una nación ficticia ubicada en la costa de Mosquitos, logra engañar a varios inversionistas y colonos ingleses atrayéndolos a su supuesto país, solo para descubrir un pantano.
Aparecerían otros ejemplos que no pasarían de ser micronaciones virtuales, existentes solo en el mundo digital.
[32] El Reino de Talossa es notorio por ser fundado en 1979 en el cuarto del adolescente Robert Madison, quien desarrollaría un lenguaje construido llamado el idioma talosano que sigue siendo perfeccionado en la actualidad.
Gran número de micronaciones territoriales al viejo estilo, incluyendo la provincia de Hutt River y Sealand, mantienen sitios web que sirven en gran parte para dar a conocer sus reclamaciones y promocionarse.
Estas dos mencionadas anteriormente son micronaciones que reclaman su derecho a obtener estatus de estado en otras entidades internacionales, y no meras cibernaciones o países creados solo en Internet.