Considerado como uno de los mayores exponentes e iniciadores del Gótico internacional, trabajó preferentemente en Lombardía.
De 1390 a 1400 son los cuatro santos miniados en pergamino (París, Louvre, Cabinet des Dessins), pertenecientes a un libro de horas desmembrado.
En 1418 regresó a Milán para trabajar para la catedral: en 1421 le pagaron, junto a su hijo Leonardo, por las pinturas del altar dedicado a los santos Julita y Quirico, y entre 1423 y 1425 cobró por proporcionar los dibujos de la vidriera de santa Julita.
En torno a 1430 datan los frescos que representan a la Madonna col Bambino e santi (Virgen con niño y santos), de la abadía de Viboldone.
Las últimas obras del maestro parecen ser el fresco con el Cortejo de los Magos realizado para la iglesia de Santa Maria di Podone (Milán, Curia Arzobispal) y, documentados en 1445-1446, los fragmentos del Palazzo Borromeo (Rocca di Angera).