[1][2][3][4][5] Fue inventado por Robert Bunsen en 1857 y provee una transmisión muy rápida de calor intenso en el laboratorio.
En los quemadores de laboratorio era deseable maximizar la temperatura y minimizar la luminosidad.
Dos años más tarde publicó una descripción del mechero Bunsen, y muchos de sus colegas pronto adoptaron este diseño.
Gustav Kirchhoff y Robert Bunsen construyeron hacia 1860 un espectroscopio para el análisis de los patrones lumínicos generados mediante el calentamiento de diversas sustancias con su mechero, procedimiento que permitió descubrir en muy poco tiempo el cesio (1860), el rubidio (1861), el talio (1861) y el indio (1863).
Los mecheros Bunsen siguen empleándose actualmente en laboratorios de todo el mundo.
El quemador tiene una base pesada en la que se introduce el suministro de gas.
Si se permite el paso de más aire para su mezcla con el gas la llama arde a mayor temperatura (apareciendo con un color azul).
Esta llama es luminosa debido a pequeñas partículas de hollín incandescentes.
La llama amarilla es considerada "sucia" porque deja una capa de carbón sobre la superficie que está calentando.
Cuando se hace llegar en la proporción adecuada aire al gas antes de quemarse, la llama tiende a no ser luminosa.