Mientras Abraham Lincoln cosechaba cada vez más éxitos profesionales como abogado en Springfield, Mary Todd se ocupaba de su familia.
Aun así, en la década de 1850, Mary Lincoln lo apoyó incondicionalmente en su lucha contra la creciente crisis provocada por la esclavitud en los Estados Unidos, que culminó con su elección como Presidente.
Mary Todd emprendió una serie de reformas en el edificio, pero los fondos públicos necesarios se extrajeron al mismo tiempo que aumentaba el gasto del Estado para sufragar la Guerra Civil, por lo cual fue criticada con dureza.
La prensa controlada por el Partido Demócrata les dedicó críticas feroces tanto a ella como al gobierno de su marido, que se vieron avivadas por las ostentosas excursiones de Mary Lincoln a Nueva York para realizar sus compras personales.
Posteriormente, los recuerdos de Elizabeth Keckly serían un elemento clave para comprender los problemas psicológicos que padeció Mary Lincoln como primera dama.
Contrató a médiums y espiritistas para intentar contactar con el espíritu de su hijo, con lo cual derrochó nuevamente otra pequeña fortuna.
Con el tiempo el libro se convertiría en una fuente valiosísima para comprender la vida de Mary Lincoln, pero la ex primera dama la tomó como un atentado contra lo que consideraba que había sido una amistad íntima, y fue aislándose progresivamente.
La muerte de otro hijo suyo, Thomas, en 1871, le causó a Mary Lincoln un dolor tan profundo que quedó sumida en una depresión.
[7] Mary Lincoln pasó los cuatro años siguientes en el extranjero, tras fijar su residencia en Pau, Francia.
Gran parte de este tiempo lo dedicó a viajar por Europa, aunque su salud fue debilitándose en los últimos años.