Su madre, florentina, tenía una voz de soprano que Mario definió como su primera musa.
Se graduó en el Conservatorio Rossini, en Pésaro, donde conoció a Renata Tebaldi y cantó por primera vez con ella.
En Roma, el método de enseñanza resultó erróneo para sus inusuales características vocales, y le trajo inconvenientes.
En 1950 debutó en el Teatro Colón de Buenos Aires, cantando por primera vez en su carrera el Otello verdiano, rol al que su nombre quedó para siempre asociado.
En 1964, un grave accidente automovilístico lo obligó a interrumpir su actividad, la que retomó sobre el fin de ese mismo año y mantuvo aún una década más.
Poseía una potencia extraordinaria comparable sólo a la del tenor danés Lauritz Melchior.
A pesar de sus resonancias baritonales en los graves y su mordiente en los agudos, su emisión era homogénea.