[1] Hasta los cuarenta y cinco años su atención se dedicó principalmente a su propio perfeccionamiento, mientras que a partir de ese momento se dedicó más al prójimo.
A los cincuenta años sus continuas aflicciones corporales se hicieron tan severas que la confinaron en su cama durante el resto de su vida.
Por orden divina, según su creencia, escribió sus revelaciones, y cuando ya estuvo demasiado débil para ello, las dictaba.
Estas tres ediciones del siglo XVII son hoy libros muy raros.
La edición contemporánea más reseñable es una traducción al alemán en cuatro volúmenes, publicada en 1861.