Marie de Gournay

[1]​ Perteneció a la aristocracia de Picardía (Francia), lo que favoreció su ambición intelectual en las artes y letras.[2]​ Y su madre, Jeanne de Hacqueville, quien apoyó a Gournay en el estudio humanístico.[1]​[3]​ Se convirtió en una estudiante autodidacta, aprendió las lenguas clásicas y se formó en obras de autores clásicos como Plutarco, Séneca y otros autores del estoicismo, estudió Física, Geometría, Literatura Francesa e Historia.[3]​ Gracias a estos conocimientos, pudo participar en debates intelectuales, políticos, religiosos y culturales del momento.[4]​ Formó parte de los Salones de la Ilustración permitidos a mujeres, donde entró en contacto con otras eruditas europeas que participaban en la vida política y cultural parisina del momento, las denominadas salonniers.[5]​ Esto, junto con algunas relaciones con la Corte que mantuvo por interés, la convertiría en una personalidad conocida.[1]​ Tras haberse inmiscuido más a fondo en un entorno intelectual comenzó una importante producción literaria, liderada por su voz y crítica propias, acerca de la desigualdad basada entre los sexos; lo que provocó la  oposición de los críticos más conservadores.[8]​ Tratado de Igualdad de los hombres y las mujeres (1622) es una ardua crítica contra el sistema patriarcal, en este tratado defiende que las mujeres y los hombres solo se diferencian físicamente y que si las mujeres no están capacitadas para abordar cuestiones como la ciencia o la filosofía o la política es simplemente porque se les ha vetado el acceso al conocimiento.En 1626 publicó el ensayo Quejas de las mujeres apostando por la igualdad absoluta entre sexos.Los movimientos feministas de finales del siglo XX recuperaron su figura y lograron que fuera reconocida no solo como ahijada o fille d'alliance ("hija electiva") de Montaigne, sino por el valor por sí misma como escritora, filóloga, traductora, poeta y filósofa.