Opositor a Juan Manuel de Rosas, fue perseguido por la Mazorca; salvó su vida por muy poco, y se exilió en Montevideo en 1840.
Declaró el regreso a la convertibilidad del papel moneda provincial (que se había declarado inconvertible a moneda metálica durante cada una de las guerras de Buenos Aires contra la Confederación Argentina y que volvería a serlo en 1866).
En toda su carrera fue un fiel aliado de Mitre, pero se esforzó por mantenerse equidistante de los dos partidos que se habían formado en la provincia: el autonomista, liderado por Adolfo Alsina, y el nacionalista, cuyo jefe era Mitre.
Más tarde fue diputado nacional y presidente del Banco de la Provincia de Buenos Aires, cargo que ocupó durante diez años.
En su vejez volvió a ser estanciero, con intereses en la Sociedad Rural Argentina.