Mariana Callejas

Es conocida por haberse desempeñado como agente de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), participando en diversos atentados terroristas, entre ellos, el asesinato del general Carlos Prats y su esposa perpetrado en 1974 en Buenos Aires.

Las cosas empeoraron cuando su marido decidió casarse con otra compañera de curso y su familia consiguió la anulación del matrimonio.

Pronto se casó por segunda vez, esta vez con un estudiante de agricultura estadounidense llamado Allan Earnest, y la pareja abandonó el kibutz debido a diferencias ideológicas, instalándose en un moshav donde se permitía tener en propiedad un hogar.

Sin embargo, el padre de Allan no les dio una buena acogida, por lo que pronto abordaron otro barco rumbo a Nueva York.

En 1965, logró convertirse en representante del fondo mutuo Investors Overseas Services (IOS), lo que le permitió trasladarse a una casa en La Reina con su esposa y sus hijos, y tener a su disposición dos empleadas.

La pareja practicaba el esquí y Townley también participaba en carreras de autos.

En ese momento, nada indicaba que la pareja se convertiría en agentes terroristas.

Callejas asistió a un taller literario de la Universidad de Miami, se unió a las marchas convocadas por el New Party, una agrupación que apoyaba la legalización del aborto y la marihuana, se oponía a la guerra de Vietnam y respaldaba al poeta y senador Eugene McCarthy para presidente, aunque también era anticomunista.

Opositora a Allende, establece contactos con Patria y Libertad, mientras que Townley trata de hacer negocios, sin mucho éxito.

Aunque inicialmente rechaza las acciones de la ultraderecha chilena, Townley termina colaborando con ellos y se hace conocido como Juan Manolo.

Su mayor logro es la fabricación de una radio clandestina para transmitir mensajes antiallendistas.

En su novela Las cenizas del Cóndor, Fernando Butazzoni narra cómo la pareja, junto con sus dos hijos pequeños, fue al cerro San Cristóbal en Santiago con el coronel Espinoza para probar los detonadores a distancia de la bomba que finalmente acabaría con la vida del general Prats.

Ahí también hicieron los 119 pasaportes falsos que sirvieron para encubrir la muerte del mismo número de chilenos asesinados en Chile por la DINA y hechos aparecer en Argentina y Brasil en 1975 como ejecutados por sus propios compañeros en la denominada Operación Colombo.

Además, esta casa, donde se torturó y asesinó, entre otros, al español Carmelo Soria, también fue la sede de un popular taller literario que llevaba Callejas.

Al inicio de su participación en el taller de Lafourcade, Townley solía recogerla en auto y muchas veces pasaban a dejar al escritor en su casa, lo que les permitió ganar su confianza.

Todas las clases ella tenía un texto, mientras a mí sacar un cuento me tomaba dos meses.

[11]​ Contreras y Carlos Franz llegaban en autobús hasta un puente donde Townley los recogía en un auto pequeño y en la noche, antes del toque de queda, un empleado los llevaba de vuelta hasta la parada.

«He escrito ya tres novelas, originadas en parte por esos estímulos», confesó en 2008.

[14]​ En 1980, publicó La noche larga, un libro de cuentos con portada negra que presenta un ojo verde tras las rejas en su rincón superior derecho.

Ese mismo año, recibió una mención en el Premio de Novela Andrés Bello por Los puentes.

Según su testimonio en una declaración judicial, a Callejas le «gustaba relatar detalles íntimos de sus vivencias en el kibutz, las costumbres, las obligaciones, la igualdad entre los sexos, la liberalidad en las manifestaciones eróticas.

Y en este último detalle, recuerdo que a Mariana le satisfacía abundar en imágenes e incluso evocar algunas de sus propias experiencias».

[22]​ Durante el juicio en Chile, se estableció que Callejas había viajado a Buenos Aires con Townley para cometer el asesinato de Prats mediante una bomba a control remoto.

[1]​ En 2008, el director uruguayo Esteban Schroeder estrenó la película Matar a todos, la cual está inspirada en su vida.

Nona Fernández, por su parte, le dedicó su primera obra de teatro, titulada El taller, la cual se estrenó en 2012.