En los años 50, se muda a Santiago y entra a estudiar arquitectura en la Pontificia Universidad Católica de Chile, y durante esos años llega a leer El segundo sexo de Simone de Beauvoir, que ella describe, al igual que Virginia Woolf, como «su gran escape a la ideología católica y la dominación de género».
Antes del Golpe de Estado su taller realizó varios proyectos sociales, sin embargo hacia la llegada de la dictadura su taller comienza a quedar en la lista negra por los proyectos propuestos.
Había luz natural que controlaba un interior aislado, fluido y abierto dentro del recinto.
En esta casa vivieron y luego de varias perdidas nacieron dos hijos.
Al mismo tiempo diseñaba una casa en Santa María de Manquehue, cuando un día le llega el recado de que el cliente había olvidado mencionarle que deseaba agregar un espacio para su lancha a motor (ya estaban contemplados tres autos).
Se decepcionó de la profesión, y comparaba la situación con un pianista, porque de la misma manera que un pianista seguía una partitura ya escrita el arquitecto solo podía ser un intérprete o un simple ejecutor.