Por extensión, el término se ha generalizado para definir a aquella victoria de un equipo o deportista, preferentemente en una final, en campo ajeno y teniendo todos los factores en contra.
Encuentros disputados entre las selecciones de Brasil y Uruguay durante los cinco años previos al Maracanazo.
[4] El equipo favorito tras una campaña de invicto y goleador era Brasil que llegaba con 4 puntos producto de sus victorias (en ese entonces un partido ganado otorgaba dos puntos mientras que un empate otorgaba uno) por goleada frente a Suecia por 7-1 y España por 6-1, mientras que Uruguay llegaba habiendo obtenido 3 puntos frente a los mismos rivales (un empate por 2-2 contra España y una victoria ajustada de 3-2 frente a Suecia).
[cita requerida] Inclusive la selección uruguaya había jugado tres partidos de fútbol en la Copa Río Branco contra su equivalente de Brasil pocos meses antes a la Copa del Mundo, los cuales habían resultado en dos triunfos brasileños (2-1 y 1-0) y uno uruguayo (4-3).
Así, la diferencia de calidad entre ambos equipos no era excesiva, si bien era reconocible la superioridad del ataque brasileño.
En la final, el equipo brasileño necesitaba tan solo de un empate para obtener el primer lugar del último grupo y con ello proclamarse campeón del mundial, lo cual aumentaba la confianza de la afición local; por otra parte, la prensa brasileña descartaba las opciones uruguayas.
Rimet llevaba un discurso en el bolsillo derecho de su chaqueta, en homenaje a los campeones brasileños, escrito en portugués.
El entrenador de aquel combinado, Juan López Fontana, deseaba evitar una derrota humillante, y pidió a sus jugadores que jugaran defensivamente; cuando López se retiró, el capitán uruguayo Obdulio Varela dijo a sus compañeros: "Juancito es un buen hombre, pero ahora se equivoca.
Los hombres de la escuadra uruguaya entendieron así que jugar defensivamente contra el equipo brasileño resultaría en una derrota por goleada.
Sin embargo, los jugadores uruguayos continuaron defendiéndose acertadamente e incluso lanzando ataques sobre el área brasileña.Finalmente, en el minuto 34 del segundo tiempo se articuló otro ataque uruguayo donde Obdulio Varela lanzó un pase hacia Alcides Edgardo Ghiggia, que entregó el balón a Julio Pérez, quien se la devolvió en corto a Ghiggia, que superó al defensa brasileño Bigode, y fingió, como en el primer gol, lanzar un centro ante el portero local Moacir Barbosa.
A punto de finalizar el partido, Brasil atacaba con todo su poderío, pero le fue imposible revertir el resultado.
Al cumplirse el tiempo oficial, a las 16:45 horas, el árbitro inglés George Reader pitó el final del encuentro, con lo cual estallaba la alegría de los jugadores uruguayos.
[cita requerida] También se dio una anécdota que involucraba al entonces presidente de la FIFA, Jules Rimet.
[10] Años después, recordaba Rimet: En adelante, el equipo nacional comenzó a utilizar la tradicional camiseta verde amarela con short azul y medias blancas, aunque no fue de manera inmediata, ya que en algunos partidos amistosos y oficiales todavía se mantuvo la equipación blanca.
La usó nuevamente en el Campeonato Panamericano de Fútbol 1952 (todos los partidos) en el cual sería campeón, en los Juegos Olímpicos de Helsinki 1952 (todos los partidos) en donde se quedaría eliminado en los cuartos de final,[12] en el Campeonato Sudamericano 1953 (todos los partidos) en el cual sería subcampeón, también la usó en un amistoso contra Italia en 1956 en donde los italianos ganaron 3 a 0, en el Campeonato Sudamericano 1957 (solo un partido —ante Chile, que terminó con victoria brasileña 4 a 2—) en el cual sería subcampeón, en el Mundial de Chile 1962 Brasil jugó todos sus partidos con su camiseta amarilla y llevó como uniforme alternativo su camiseta azul y como tercer uniforme su camiseta blanca —sin embargo, no utilizó ni la camiseta alternativa ni la tercera camiseta— en el cual fue campeón, y en un amistoso contra Francia en 2004 —solo en el primer tiempo—[13][14] que terminó 0 a 0.