Hija de padres españoles con ideales socialistas, sufrió el exilio que el régimen franquista provocó a muchos ciudadanos.
Inició sus estudios en la Preparatoria Española tras su llegada a México en 1939; su campo de estudio estaba encaminado a la biología y las ciencias naturales hasta que su maestro Rubén Landa «le explicara el Discurso del Método cartesiano y la maravilla que significaba la precisión y la certeza.»[2] Posteriormente ingresó a la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, en donde conoció a su maestro y mentor José Gaos quien la incluyó, desde el segundo semestre de la licenciatura, en el Seminario para el Estudio del Pensamiento en los países de Lengua Española, el cual compartió con compañeros como Luis Villoro, Fernando Salmerón, Elsa Cecilia Frost, Vera Yamuni, Ricardo Guerra, entre otros.
Fue en ese momento cuando tuvo como alumna a Juliana González Valenzuela, que también se convirtió en una destacada filósofa mexicana.
Del paso de Carmen Rovira por la Universidad Femenina, la misma Juliana González recuerdó que fue en sus clases donde inició su inquietud por estudiar filosofía.
Habiendo sido la de maestría una aportación más a la historia del eclecticismo en que anda empeñado el seminario desde sus comienzos, pareció indicado que el tema de doctorado perteneciese aún a la misma historia, pero representase un grado más alto de tipo de labor [...] Si Carmen Rovira tiene suerte en encontrar el material que necesita, para lo que será indispensable que funcione por fin la Biblioteca Nacional, y en elaborarlo adecuadamente, su tesis puede ser un libro de veras importante.
Posteriormente en 1973 se incorporó como académica a la Facultad de Filosofía y Letras, institución en donde impartIó clases hasta su fallecimiento.
En 1997 forma un grupo de investigación para estudiar las polémicas filosófico-político-religiosas del siglo XIX en México, con destacados integrantes como Antolín Sánchez Cuervo y Alberto Núñez Merchand.
Ese mismo año fue nombrada coordinadora y compiladora de las obras completas del filósofo mexicano Ezequiel A. Chávez, que han sido publicadas por El Colegio Nacional entre 2002 y 2011.
Rovira afirmó que la lectura de interpretaciones siempre está orientada hacía una corriente de pensamiento, la contamina o empapa dependiendo del autor; si un autor hegeliano da una interpretación a cerca de alguna obra, inmediatamente observará lo que busca y criticará o pondrá menos atención a los aspectos externos a dicha corriente, por el contrario si un estudiante, investigador, o cualquier lector lee directamente la fuente o una traducción de la misma, podrá generar una interpretación y razonamiento más sólidos y críticos.
Respecto al pensamiento novohispano afirmaba que existió una franca inclinación a la teología positiva.
Es así como el Discurso implica una toma de posición ante una situación o problema, intentando lograr una solución idónea.