No obstante, el matrimonio parece que no se llevó a término debido que Diego era pariente en cuarto grado de la propia María y era necesaria una dispensa papal que al parecer no llegó a concederse.
Sin embargo, en 1418 el pontífice Martín V revocó tal excomunión.
Este hijo se llamó Juan Hurtado de Mendoza y fue su único descendiente conocido.
Este hecho resulta llamativo (sobre todo tratándose de un convento masculino) y parece indicar que, con sus tumbas allí, aquellas mujeres, no sólo buscaban la reafirmación del linaje que compartían, sino también la reivindicación del papel de sus mujeres dentro de él.
[8] Junto a la tumba de María se podía leer la siguiente inscripción:[9]