Manuela Ballester

Allí se formó con los maestros Ferrer Calatayud, Isidoro Garnelo, Francisco Paredes, Gonzalo Salvá, Ricardo Verde y su propio padre.

Estos trabajos en el mundo de la moda le suponían unos ingresos necesarios para poder mantenerse.

Estudios se publicó por primera vez en Valencia en 1922 y fue una revista orientada intelectualmente hacia el anarquismo.

[15]​ Muchos participantes en esta exposición fueron futuros integrantes de la UEAP (Unión de Escritores y Artistas Proletarios): Francisco Carreño, José Sabina, E. Cuñat, Jiménez Cotanda, Rafael Estellés, V. Beltrán, Rafael Pérez Contel, Francisco Badía, Ricard Roso y Salvador Vivó.

En sus comienzos artísticos ilustró, principalmente, diversos libros de cuentos destinados al público infantil.

Información, crítica y orientación intelectual (1935-1937), atendiendo especialmente en este último caso al suplemento Nueva Cultura para el campo (1936-1937).

Durante el conflicto y después de un conato de sublevación entre los campesinos, Manuela se dedicó a dar mítines por los pueblos concienciando a las mujeres del gran papel que jugaban en la retaguardia, especialmente, en el campo.

Por lo tanto, no solo trabajó como artista sino que influenciada por Renau, acabó dedicándose también a la política.

[55]​ En esta escuela asistieron mujeres de todas las tendencias: anarquistas, sindicalistas, comunistas, socialistas y sin disposición ideológica.

Un mes después, Miss Palmer logró sacarlo del campo con un visado expedido de Estados Unidos y Renau pudo reunirse con su familia en Toulouse.

Renau se planteó quedarse en Francia, alternativa que le ofrecía el Partido Comunista, o escoger un lugar de exilio como la Unión Soviética, también EE.

El cartelista escribió que "su vocación por la pintura mural y su encuentro con Siqueiros fueron definitivos en su decisión".

Cruzaron el Atlántico a bordo del vapor holandés Vendamm II, de la Holland America, donde viajaban también intelectuales como Josep Carner, Eduardo Ugarte, Miguel Prieto Anguita, Antonio y Teresa Rodríguez Luna, Paulino Masip,... entre otros.

[62]​ En México, los artistas mexicanos fueron los primeros que ayudaron y dieron trabajo a sus compañeros españoles.

Manuela Ballester, junto a sus hermanas, trabajó en la empresa familiar que dirigía Josep Renau: Estudio-Imagen.

A pesar de que Ballester y Renau nunca se sintieron del todo mexicanos, sus hijos eran auténticos criollos.

[68]​ Sus hermanas, Rosa y Josefina Ballester se definieron en México como grabadoras siguiendo el linaje familiar.

Sin embargo, a pesar de todo el ambiente y las amistades, la familia no entendió que Renau decidiera irse a Alemanía del Este y Manuela abandonase México para seguirlo en el verano del 1959.

Como expresaban en sus manifiestos, los muralistas defendían un arte popular pensado para estar al servicio del pueblo, cercano a la realidad tanto por su temática como por el soporte y la técnica empleada: Repudiamos la pintura llamada de caballete y todo arte de cenáculo ultra intelectual por aristocrático y exaltamos las manifestaciones del arte monumental por ser de utilidad pública.

Manuela siguió colaborando con su marido, pero a la vez continuó trabajando en la empresa familiar, con ilustraciones de revistas españolas del exilio como Las Españas, Independencia, Mujeres Españolas, Mujeres del mundo entero, etc. O en el periódico España Republicana, que se editaba en Cuba.

Participó en exposiciones colectivas como la realizada en la Casa de la Cultura Española en 1940, llamada Pintura en el destierro.

Para ello, recuperó piezas de ropa típica mexicana, llegando incluso a reproducir ella misma algunas vestimentas.

[78]​ Mantuvo su actividad también como cartelista, que no quedó olvidada, como lo demuestra que en 1954 consiguiera el segundo premio del concurso organizado por el Club Rotario de México por su cartel con destino a la Campaña Pro Desayuno Escolar.

Manuela nunca volvió para afincarse en su tierra natal, ni siquiera tras la muerte del dictador y la finalización de la dictadura.

Por otro lado, colaboró en otras publicaciones como Mujeres del Mundo Entero, editada en la Unión Soviética; el periódico mexicano España Popular, en 1966, publicó el dibujo “Campesinos de Almería” en la portada del número 966 de la revista,[85]​ o la revista Información Española.

El traje popular mexicano", del Museo Nacional de Cerámica González Martí, Valencia.

Manuela Ballester era una persona que escribió mucho, prueba de ello son todas sus aportaciones en revistas, mítines, ...

Al principio le tocó vivir en una época y lugar en el cual no era aceptada la formación de las mujeres, salvo individualidades.

Sus textos son muchas veces la voz del mundo rural, de los campesinos que nadie escucha y entiende.

Manuela Ballester tenía un pensamiento crítico, como muestran sus escritos, comprometida, mostrando su desacuerdo incluso con sus compañeros, cuando lo creía necesario.