Al triunfar la revolución de 1868, desempeñó el cargo de director del Patrimonio que había pertenecido a la Corona.
Como periodista se dio a conocer en El Mosaico (1850) y La Víbora, y fue redactor de El Tribuno (1853-1855), La Discusión (1856-1859), El Eco de Alhama (número único dedicado al regente general Serrano, 1869) y La Política.
Escribió comedias y dramas de corte naturalista (Frutos amargos, Tomás el quinquillero, Una mujer de historia, Culpa y castigo, Intrigas de tocador, Madrid en 1818, Quien siembra vientos..., El amigo de confianza, La gramática y la zarzuela Un sobrino.
Se conservan dos epistolarios suyos, dirigido uno a Francisco de la Parte y otro a Manuel Castellano.
Existe un retrato litográfico suyo por C. Contreras.
Sus Obras teatrales se imprimieron en dos volúmenes (Madrid: Impr.