Al entrar el porfiriato en crisis, Azueta, de amplia visión, ya vislumbraba la peligrosa posición que tenían los principales representantes de la milicia mexicana, Generales que entonces valiéndose del poder, más que buscar el beneficio social, económico y político del país, se condujeron siempre por un móvil personal.
Es bajo este régimen cuando se suscitan los acontecimientos referentes a la intervención estadounidense.
El Comodoro, siguiendo más su amor a la Patria, tomó un lugar que no le correspondía al haberse puesto al frente de la Escuela Naval Militar acudiendo en su defensa ante la invasión extranjera.
Ya en esa situación, el gobierno constitucionalista de Venustiano Carranza lo invitó a formar parte del gabinete presidencial, primero como Magistrado del Supremo Tribunal Militar, después como Jefe del Departamento de Marina, cargo al que renunciaría un mes después de haberlo aceptado.
Al Comodoro se le concede su retiro definitivo del servicio en 1919.
Cursó la primaria en la ciudad de Tampico, donde conoció a Manuela Abad Fernández, quien era de nacionalidad española de origen gallego, con quien se casó en Ferrol, en 1887; procreando siete hijos: Rosario, Manuel, María del Carmen, José Azueta, Leonor, Tomás Azueta y Víctor Manuel.
Supervisó la construcción del cañonero Guerrero, dos más en Elizabeth, Nueva York, la construcción y compra de los cañoneros Tampico y Veracruz como representante del gobierno mexicano en el litigio de dichos buques.
Es durante ese tiempo que ocurrió en Veracruz la sublevación del General Félix Díaz en contra de Francisco I. Madero.
El entonces comodoro Azueta y los buques de guerra mexicanos fondeados frente a Veracruz no secundaron dicho movimiento, declarándose leales al gobierno, determinación que fue factor importante en la derrota felicista.