Mientras Tampico permanecía bajo asedio constitucionalista, las relaciones entre las fuerzas estadounidenses y la guarnición federal de Huerta fueron amistosas.
Los soldados encañonaron con sus rifles a los marinos y los escoltaron, subiendo por la calle Altamira, pasando las vías del tren, al cuartel de su superior, el coronel Ramón Hinojosa.
Hinojosa comunicó los hechos al general Morelos Zaragoza, quien ordenó que se pusiera a los estadounidenses en libertad, tras haber ya recibido enérgicas protestas del almirante Henry T. Mayo y de Clarence Miller, el cónsul de los Estados Unidos en Tampico.
La Comandancia Militar envió un documento explicando la situación, a lo que rápidamente se dio una contestación del almirante Mayo.
Morelos Zaragoza dijo en su contestación que estaría de acuerdo con rendir honores al pabellón extranjero, siempre y cuando los barcos norteamericanos también dispararan 21 cañonazos cuando fuera izada la bandera de México, a lo que no accedió el almirante Mayo.