El Manifiesto de Ostende, también denominado Circular de Ostende, fue un documento escrito en 1854 que describía los motivos por los que Estados Unidos debía comprar Cuba a España, debiendo declarar la guerra al país europeo si este rechazase la venta.
A nivel nacional, los líderes estadounidenses estaban satisfechos al ver que la isla era administrada por las débiles manos españolas, siempre que no pasara a una potencia más fuerte, como el Reino Unido o Francia.
La administración fue finalmente obligada a publicar el contenido del comunicado, lo que causó un perjuicio irreparable.
El denominado "Manifiesto de Ostende" fue inmediatamente criticado tanto en los estados del Norte como en Europa.
[1] Más tarde describió a Cuba y Puerto Rico como "apéndices naturales para el continente norteamericano"[2] y consideraba que la anexión de la primera era "indispensable para la continuidad e integridad de la propia Unión".
[3] Como el Imperio español había perdido buena parte de su poder, comenzó con Jefferson una política contraria a la transferencia de la soberanía sobre la isla, por la cual Estados Unidos respetaría la soberanía española, considerando inevitable su eventual anexión.
[10] A la luz de una insurrección cubana, el presidente James K. Polk rechazó las peticiones del filibustero John L. O'Sullivan y declaró su creencia en que cualquier adquisición de la isla debía ser una "compra amistosa".
[12] Las administraciones Whig de Zachary Taylor y Millard Fillmore no insistieron en el asunto y adoptaron una posición más dura contra el filibusterismo, con tropas federales interceptando varias expediciones con destino a Cuba.
[13] Sin embargo, cuando Franklin Pierce asumió el cargo en 1853, estaba comprometido con la anexión de la isla.
El llamado caso del Black Warrior fue visto por el Congreso como una violación de los derechos estadounidenses; un ultimátum vacío emitido por Soulé a los españoles para que estos devolvieran el barco únicamente sirvió para empeorar las relaciones y se le impidió discutir la adquisición de Cuba por casi un año.
[17] Mientras tanto, la doctrina del Destino manifiesto se vio cada vez más seccionada según avanzaba la década.
[18] Los filibusteros apoyados por el sur, entre los que se encontraba Narciso López, habían fallado repetidamente en sus intentos de derribar al gobierno colonial, a pesar del considerable apoyo independentista entre el pueblo cubano.
[15][19] Marcy sugirió que Soulé debía entrevistarse con Buchanan y John Y. Mason, ministro para Francia, sobre la política de Estados Unidos hacia Cuba.
[20] Los autores David Potter y Lars Schoultz observaron la considerable ambigüedad en las enigmáticas palabras de Marcy[20] y Samuel Bemis sugiere que puede haberse referido a la independencia cubana, pero reconoce que es imposible conocer su verdadera intención.
[24] Destacan entre las razones para la anexión proclamadas en el manifiesto el temor a una posible revuelta de esclavos en Cuba similar a la Revolución haitiana (1791-1804) por la no intervención de los Estados Unidos.
[38] La reacción ante el Manifiesto de Ostende hizo que Pierce abandonara los planes expansionistas.
Aunque seguía comprometido con la anexión cubana, se vio obstaculizado por la oposición popular y el creciente conflicto seccional.
No fue hasta treinta años después de la Guerra Civil que la llamada Cuestión Cubana volvió a cobrar relevancia nacional.