Tras su primera publicación, fue reeditado docenas de veces, se difundió por Europa y tuvo un profundo impacto en los juicios contra las brujas en el continente durante 200 años aproximadamente.Se remitían constantemente a la autoridad del Malleus Maleficarum los principales autores y grandes demonólogos como el inquisidor italiano Bernardo Rategno da Como, el jesuita hispano-belga Martín del Río y el jurista francés Jean Bodin.[1] En 1184 se funda la Inquisición en el Languedoc (sur de Francia) para luchar contra la herejía albigense allí asentada.A pesar de que la creencia en la brujería es anterior incluso al cristianismo, no es hasta 1484 cuando el papa Inocencio VIII hace constar oficialmente la creencia oficial de la Iglesia católica en su existencia mediante la bula Summis desiderantes affectibus.Sprenger era un inquisidor en Alemania que fundó la Confraternidad del Santo Rosario en devoción a la Virgen María en 1475.Aunque la Iglesia nunca aprobó oficialmente la caza de brujas, fue en 1657 cuando prohibió esas persecuciones en la bula Pro formandis.Una nueva traducción, completamente anotada por Christopher S. Mackay, la hizo en noviembre de 2006 la Cambridge University Press.El propio título del libro contiene la palabra maleficarum, la forma femenina del sustantivo, y los escritores declaran (incorrectamente) que la palabra femina (mujer) es una derivación de fe+minus, sin fe (o infiel, o desleal).Se da un fuerte énfasis al Pacto con el Diablo y la existencia de brujas es presentada como un hecho.La Parte III detalla los métodos para detectar, enjuiciar y sentenciar o destruir brujas.Los jueces eran instruidos para engañar al acusado de ser necesario, prometiendo misericordia por la confesión.Siempre se trataba de grupos minoritarios vistos con malos ojos por la mayoría y los gobernantes.[1] Según el Malleus Maleficarum toda la brujería proviene del apetito carnal que en las mujeres es insaciable.La superstición se encuentra ante todo en las mujeres, y la mayor cantidad de los brujos son del entonces entendido como "sexo frágil" porque las mujeres son "más crédulas, más propensas a la maliginidad y embusteras por naturaleza".Existen tres vicios generales que tienen un especial dominio entre las mujeres malvadas: la infidelidad, la ambición y la lujuria.El estilo narrativo es serio y completamente falto de humor: incluso los hechos más dudosos son presentados como información confiable.Cogió el ungüento de color verde y fuerte olor que se había descubierto en el lugar donde vivían los dos supuestos brujos y se lo aplicó a una paciente suya que padecía de insomnio.El libro tuvo varias ediciones y fue muy apreciado por sus grabados, en los que se mostraban las supuestas acciones de las brujas.Sin embargo, el abogado opinaba que éstas debían ser castigadas por su apostasía y corrupción.Desde la publicación del Malleus Maleficarum hasta nuestros días siguen apareciendo instrumentos discursivos inquisitoriales con idéntica estructura: se trata de una emergencia y, como es una amenaza extraordinaria que supone un riesgo para los cimientos de toda nuestra cultura y la humanidad entera, se deben tomar medidas extraordinarias para combatirla.[cita requerida] La mencionada emergencia es una forma de legitimar el desenfreno del poder punitivo que, eliminando al supuesto peligro, y a todos sus cómplices, logra verticalizar cada vez más el poder social, generando los cimientos de un estado de paranoia colectivo que le permite al poder ejercerlo sin frenos ni límites eliminando cualquier opositor.[20] La estructura del discurso del Malleus Maleficarum es la siguiente:[20] El resultado es que termina reduciéndose el poder jurídico o derecho jurídico a la coerción directa o derecho administrativo policial porque contra el Mal, contra el enemigo, todo vale y si se cometen excesos, son perdonables en aras de ese objetivo superior a todo que es salvar a la humanidad.