Maldición del faraón

Y entonces empezaron a morir personas que habían visitado la tumba, lo cual es conocido popularmente como la Maldición del faraón.

También dijeron que cuando Lord Carnarvon murió, en El Cairo hubo un gran apagón que dejó a oscuras la ciudad, pero momentos después regresó, en ese momento los familiares en el hotel se comunicaron con la empresa de electricidad sin recibir explicación del extraño fenómeno (nuevamente no hay constancia documental de este apagón).

Sir Arthur Conan Doyle se declaró creyente en la maldición (su esposa era médium y él gran defensor del espiritismo, ver su pugna con Houdini), la escritora Marie Corelli (conocida por sus ideas místicas) afirmó tener un manuscrito árabe que hablaba de la maldición (del que no se tenía constancia entonces ni se tiene actualmente) y el arqueólogo Arthur Wiegall publicó oportunamente un libro sobre la maldición de los faraones.

Su hermano Audrey Herbert, que estuvo presente en la apertura de la cámara real, murió inexplicablemente en cuanto volvió a Londres.

Sir Douglas Reid, que radiografió la momia de Tutankamon, enfermó y volvió a Suiza donde murió dos meses después.

Un profesor canadiense que estudió la tumba con Carter murió de un ataque cerebral al volver a El Cairo.

Este hecho disparó aún más la imaginación de los periodistas, que incluso dieron por muertos a los participantes en la autopsia.

Aunque muchas de ellas eran exageraciones, la casualidad parecía insuficiente para explicar las demás (aunque muchas veces olvidamos que la ciencia médica actual ha avanzado infinitamente sobre la de esa época, la penicilina comenzó a usarse en hospitales en los años 40).

Estudios recientes de antiguas tumbas egipcias abiertas en la actualidad que no han estado expuestas a los contaminantes modernos hallaron bacterias patógenas de los géneros Staphylococcus y Pseudomonas, así como los mohos Aspergillus niger y Aspergillus flavus.

Además, las tumbas recién abiertas se convierten a menudo en refugio para los murciélagos, cuyo guano puede transmitir la histoplasmosis.

Sin embargo, a las concentraciones halladas típicamente, estos patógenos sólo suelen ser peligrosos para personas con sistemas inmunológicos debilitados.

Momento en el que Howard Carter descubre el sarcófago.
Howard Carter ante el sarcófago.