Su hija Josephine, que ayudaba a su madre como cajera, se vio al frente del establecimiento comercial.
[9] La historiadora María Lucia Mott señala que Durocher adoptaba este estilo porque en esa época, el ejercicio de la profesión médica era exclusivamente masculina, y utilizaba esas ropas para inspirar respeto.
A veces debía caminar por las calles en la noche cerrada, y los transeúntes la podían confundir con una prostituta: Con competencia y profesionalismo adquirió un enorme renombre en la ciudad: en 60 años[6] de actividad profesional atendió a unas 6000 parturientas.
[8] Madame Durocher atendía en varios barrios de la ciudad, sin hacer distinciones sociales, ya fueran esclavas, mujeres libres, o hasta las miembros de la nobleza brasileña.
En 1865, el emperador Pedro II (1825-1891) la nombró «partera de la Casa imperial», y la contrató para asistir a su hija Leopoldina, que en mayo había sufrido un aborto espontáneo.
Durocher dominaba las técnicas obstétricas más utilizadas en su tiempo, como la aplicación de fórceps, la «versión» (giro del feto durante el parto), la embriotomía (en casos de fallecimiento del feto), además de saber curar hemorragias y eclampsias (convulsiones de origen hipertensivo durante el embarazo), complicaciones que normalmente eran letales tanto para la parturienta como para el feto.
[10] En 1849 publicó un folleto que explicaba cómo escoger una nodriza, y los cuidados sobre la lactancia.