Luisa de Morales

En su ornamentación participaron Murillo y Francisco de Herrera el Mozo, que proporcionaron algunos de los dibujos, y Matías de Arteaga que con Valdés Leal y sus hijos, Lucas Valdés, de solo once años, y Luisa, de diecisiete, iban a encargarse de los grabados al aguafuerte.

[2]​ También en 1671, y con el mismo motivo, se encargó por traspaso de su padre de la pintura y dorado de la estatua de san Fernando que Pedro Roldán había hecho para la catedral hispalense.

[3]​ Según el relato con tintes milagreros del doctor Cristóbal de Urbaneja en la causa de canonización de Fernando III,[4]​ Luisa doró y estofó la escultura de Pedro Roldán encontrándose enferma y en muy breve tiempo, tras encomendarse al santo rey:

En noviembre del siguiente año bautizaron a su primera hija, Catalina, actuando como padrino su hermano Lucas, pero a los tres años de casados Luisa Rafaela de Valdés otorgó poderes a un procurador para que actuase en su nombre en la demanda que tenía presentada para solicitar la nulidad matrimonial, por motivos desconocidos, y se reintegró al hogar paterno en el que aparece empadronada junto con su hija ya en 1674 y hasta 1686.

[6]​ En el taller familiar parece probable que Luisa se dedicase con preferencia a las labores de policromado, en las que todavía se la encuentra ocupada en 1699, ocho años después de la muerte de su padre, cuando un relieve con el sueño de san José para el Hospital de los Venerables fue llevado a estofar «a casa de Dña.

Grabado de la obra de Fernando de la Torre Farfán , Fiestas de la S. Iglesia metropolitana, y patriarcal de Sevilla, al Nuevo Culto del Señor Rey S. Fernando el Tercero de Castilla y de León .
San Fernando , 1671. Escultura en madera de Pedro Roldán policromada y estofada por Luisa Morales. Catedral de Sevilla.