Sus tres hijas menores (todas niñas) nacieron de su segunda esposa, Ema Coronado Peters.
Sus tres hijos fueron descritos como muy estudiosos; Todos ocupaban los primeros puestos en el liceo de Río Bueno.
[6] Tras escribir una carta donde confesó al crimen y explicó su motivo: Siendo el proveedor de familia, se sentía como un «fracaso» por vivir en constantes deudas, las cuales las consideraba imposible de disminuir sin importar cuantas horas extra trabajaba.
Buscaba suicidarse, pero se daba cuenta que eso solo empeoraría más aún la situación de sus hijos, dejando a sus hijos sin padre y además dejando a su esposa como viuda.
Se sintió como si cometer un familicidio era la única manera de terminar su sufrimiento.
El hombre nunca fue identificado y luego fue enterrado en el mismo cementerio en una tumba sin nombre.