Lucio Furio Filo [a] fue un político y militar romano, muy vinculado con Escipión Emiliano y Cayo Lelio Sapiens.
En 136 a. C. alcanzó el consulado con Sexto Atilio Serrano como colega; como cónsul electo los senadores le concedieron la administración de la administración provincial romana de Hispania Citerior,[2] con lo que le responsabilizaron de la entrega de Cayo Hostilio Mancino a los numantinos, al que los rebeldes habían derrotado y obligado a concluir un tratado muy desfavorable para los intereses romanos.
[3] Cuando Quinto Cecilio Metelo Baleárico y Quinto Pompeyo trataron de impedir la marcha del cónsul les ordenó ir con él en calidad de legatus.
[4] Una vez en su provincia ordenó a los soldados establecerse en las inmediaciones de la capital de los sediciosos y cerciorarse de que Mancino acabara en sus manos, pero los numantinos cerraron sus puertas y rechazaron quedarse con el excónsul, con lo que pretendían no violar el pacto que habían concluido con este.
[2] Cicerón le menciona en una de sus obras, en la que alaba el estilo de sus discursos: