Lorenzo de Villavicencio y Villavicencio

Su gobierno en las islas, uno de los de más larga duración, estuvo marcado por abundantes pleitos con las autoridades locales.

Reclamó al Cabildo de Tenerife el dinero necesario para aumentar y completar las fortificaciones del puerto, y ante la imposibilidad del Cabildo de satisfacer las demandas del general, este embargó las rentas de los agricultores y revendió el grano confiscado a bajo precio hasta llevar a la ciudad a presentar concurso de acreedores.

A pesar de que las quejas dadas contra su gestión motivaron que la corte de Madrid le reconviniera, Villavicencio continuó llevando a cabo sus arbitrariedades: aumentó los impuestos al comercio portuario, desterró y apresó a destacados personajes de la vida pública canaria, subastó entre sus soldados el reparto del correo y consintió la libre circulación de moneda falsa, entre otros abusos de poder.

[3]​[4]​ Los numerosos informes desfavorables dados acerca de su gobierno motivaron que en 1732 Felipe V ordenara la formación de una Real junta de los negocios de Canarias para estudiar las quejas contra su persona.

En 1735 Villavicencio, relevado del cargo, regresó a Jerez, donde murió en 1741 a los 76 años de edad.