[2] Pintura y escultura, rivales entre sí, colaboraban abiertamente en la policromía, e indirectamente en ciertas obras pictóricas que tenían cierta inspiración escultural.
Gracias a esa conjunción se logró una técnica virtuosa, realista, de imágenes desgarradoras que deseaban reforzar la fe católica.
Señala M. Bolaños, directora del citado Museo Nacional, que para los espectadores españoles son imágenes familiares, aunque no en esta nueva presentación; mientras que para los anglosajones protestantes, cuya educación recela de la imagen religiosa, la exposición ha supuesto un redescubrimiento del Barroco español, de nuestro gusto brutal e insólito por la muerte, por las lágrimas y la sangre.
El pintor Pacheco y el escultor Martínez Montañés, Alonso Cano, Diego Velázquez, Gregorio Fernández, Pedro de Mena, Zurbarán o José Ribera se unen en Lo sagrado hecho real para reconstituir ese contraste fecundo entre escultores y pintores del siglo XVII, para contextualizar artísticamente el imaginario católico español con su teatralidad persuasiva.
Pero, además, ofrece un aliento más amplio, al inscribirse en el interés contemporáneo por el Barroco, que mantiene un eco muy vivo en la crítica y en la creación del presente.