De las primeras manifestaciones del awen (inspiración poética) solo existen referencias vagas, puesto que la tradición entonces era primordialmente oral.
Además, la sociedad céltica tenía bardos, poetas sagrados que celebraban las proezas del clan improvisando poemas con arpa.
También serían importantes los breves poemas líricos (lais bretons) y cantos de amor, que desgraciadamente solo han sobrevivido en su versión francesa.
El teatro bretón no apareció hasta el siglo XII, con los misterios pensados para la instrucción y entretenimiento del pueblo en lengua vulgar.
Estas piezas eran más largas que los misterios franceses y tenían más intensidad dramática, pero no se han encontrado escenas escabrosas y se nota la presencia del Ankou, personificación masculina de la muerte en los cuentos populares.
Con respecto al teatro profano, se iniciaría a comienzos del siglo XV y solo se conserva una pequeña comedia, Amourousted eun den coz penihy so orguet a vez ur plac’h (Los amores de un anciano enamorado de una jovencita).
Los viejos mitos fueron cristianizados, como fue el caso de la antigua divinidad celta Cernunnos Taranis, que fue substituida por el diablo.
Desde el 1800 se formaran numerosos grupos de teatro amateur en Bro Dreger, en villas como Lannuon, Pluzuned, Pempoull y Lanveur.
En los años 1920, surgió un movimiento para introducir las nuevas tendencias de la literatura moderna en bretón, en el que el lingüista y autor Roparz Hémon tuvo un papel importante.
La revista literaria Gwalarn sirvió de salida para autores modernos, como Jakez Riou y Yves Le Drézen (que publicó la primera novela larga en bretón en 1941).
Su contemporánea Anjela Duval (1905-1981) escribió poesía reflexionando sobre su origen campesino, mística y de conciencia social.