Sin embargo, para 1974, sucede una crisis económica que provoca la multiplicación de huelgas contra el régimen.
Además, algunos miembros policiales estudiaban derecho en la Universidad Nacional Federico Villareal (UNFV), en donde entablaron amistad con algunos dirigentes universitarios apristas como Carlos Belapatiño, Manuel García Torres y Alberto Valdivia.
Esto, derivó en un inicio de huelga que fue resuelta mediante mediación del general de la Guardia Civil Ernesto Olivares Montano, que ordenó la liberación del guardia civil detenido y expresó su solidaridad institucional con el personal maltratado.
Se presentó un pliego al gobierno que contenía los siguientes puntos:[4][7] Los policías amenazaron con una huelga total de no atenderse sus reclamos.
Según reportara Reuters posteriormente, se contabilizó alrededor de 30 muertos en el enfrentamiento, sin embargo, el gobierno detalló que solo murieron 6.
Debido a la multitud, se originó un embotellamiento que paralizó la circulación vehicular en el centro de la ciudad.
García Torres, junto a algunos guardias civiles, Landerer y Janet Gamarra comandaban las movilizaciones.
[3][7][10] La gasolina fue usada para atacar e incendiar el Casino Militar (situado en la Plaza San Martín), el local del diario Correo y Ojo y el local del SINAMOS, además, se intentó incendiar el local del diario Expreso, sin éxito debido a que los trabajadores bloquearon las entradas con bobinas de papel y se defendieron.
[3][13][14] Debido a que la ciudad estaba desprotegida, la situación fue aprovechada para saquear tiendas y supermercados.
Estas ya se habían presentado en el interior del país, en Ayacucho (1969), en el centro minero de Cobriza (1971) o en Andahuaylas (1974).