[4] Durante esa década ganó reconocimiento y en 1956 regresó a México para seguir trabajando.
[5] Lilia abandona el estilo geométrico abstracto con el cual había pintado algunas obras famosas como su Auto Retrato en 1950 y se entrega libremente a la expresión (des)figurativa.
Más tarde exhibió su obra en Estados Unidos, Japón, Perú, Colombia, Cuba y España.
En 1951, Lilia Carrillo sufrió una caída de un andamio que tuvo repercusiones veinte años después, provocándole un aneurisma en la médula espinal.
Así mismo el autor relata que quienes convivieron con ella, al recordarla, siempre mencionan sus ojos grandes y expresivos, e inmediatamente después su silencio.