Consistía en una conversión monetaria que se haría al cambio de 18 peniques y desde junio del mismo año, el propio Estado pagaría sus billetes a quienes lo solicitaran en las monedas metálicas establecidas para su valor.
[1] Con el fin de proponer el ingreso al régimen metálico se llevó a cabo un proyecto de ley encaminado a solucionar el problema de la conversión metálica, un tema de especial preocupación del presidente Jorge Montt y cuya responsabilidad recayó principalmente en el gabinete presidido por Ramón Barros Luco.
La población los hacía sonar para dar a conocer la noticia y se movía intensamente para procurar tener las monedas.
[2] Sobre esta conversión se declaró en el Senado que; "no se conforma el proyecto al ideal ni a las doctrinas que hemos sostenido cada cual en materias económicas.
Es un arbitrio, acaso doloroso para muchos, pero que pone de una vez por todas término al curso forzoso, del cual no pueden salir los pueblos sino mediante enérgicos esfuerzos y duros sacrificios".