Leonor de Távora

Ligada a los jesuitas, Leonor tenía como consejero espiritual al padre Gabriel Malagrida, quien no gozaba de la simpatía del marqués.

Hacia las once y media de la noche tres hombres encapuchados abrieron fuego contra el carruaje en el que viajaba el soberano, hiriendo tanto al monarca como al cochero, si bien ambos lograron escapar y refugiarse en casa del marqués de Angeja, en la Junqueira, donde permanecieron hasta el amanecer.

[1]​ Pocos días después del atentado se detuvo y torturó a dos hombres, quienes confesaron ser los autores y declararon bajo tormento haber sido contratados por la familia Távora, la cual supuestamente habría conspirado a favor de José Mascarenhas, duque de Aveiro, para que este subiese al trono.

Tres verdugos la recibieron en lo alto de la escalera y le ordenaron dar una vuelta por la plataforma para ser vista por la muchedumbre allí presente.

[2]​ Leonor fue la primera en ser ajusticiada; según una crónica contemporánea, los verdugos mostraron a la marquesa uno por uno los instrumentos de tortura que había en el patíbulo y le explicaron detalladamente cómo morirían su esposo e hijos, ante lo cual Leonor lloró y les suplicó que la ejecutasen rápidamente.

Acto seguido el verdugo le vendó los ojos y posó su mano sobre el pañuelo que cubría el cuello de la marquesa, quien replicó: «No me descomponga».

Ejecución de la marquesa de Távora , por Silva (1866).