Pintó significantes figuras y composiciones, en la que reflejaba un deseo de rehuir la materia, de poner sordina al color hasta volverlo monocromo y por él concretar un mundo.
En 1956 llegó a mostrar sus obras en el "XXVIII Exposición Bienal Internacional de Arte" en Venecia.
[4] En 1961 ilustró la portada del libro Entramos en la guerra de Italo Calvino.
[6] En el Diario La Nación publicaba dibujos prodigiosamente escuetos pero muy intensos.
[7] En su extensa carrera como una artista plàstica que reflejaba un espíritu extrasensorial y extracorpórea, se le atribuyen más de 34 trabajos realizados.