[1] Estaban emparentados con otras poblaciones itálicas (sabinos, umbros, sículos, etc.) y particularmente con los faliscos, cuya emigración fue, si no contemporánea, cuando menos cronológicamente próxima a la de los latinos y junto a los cuales conformaban el subgrupo de pueblos itálicos conocido como latino-falisco.Sucesivamente, en épocas protohistóricas, los pueblos pertenecientes a la etnia latina se establecieron en la zona meridional siendo absorbidos por otras poblaciones.Otros estudiosos opinan en cambio, que originalmente los asentamientos latinos se extendieron entre el Tíber y el Bajo Lacio (llanura pontina, bajo curso del Liris), pero posteriormente se restringieron, en época protohistórica a la región de Latium Vetus.Dado lo exiguo del territorio que controlaba, la población latina no podría en la época prerromana haber excedido los 60 000 o 70 000 habitantes.Es difícil establecer una clara línea de demarcación para los fenómenos urbano y protourbanos, pues es evidente que ya a partir del 750 a. C. aprox.Al final de esta misma centuria y en las siguientes, muchos otros centros latinos fueron absorbidos por el estado romano, que ahora era gobernado por una dinastía etrusca.En el último decenio del siglo VII a. C. y aún más en el curso del siglo VI a. C., se había afirmado en todo el territorio latino, en casi toda la Campania y en parte de la llanura del Po, la supremacía etrusca que se prolongó hasta finales del s. VI a. C. y que en Roma corresponde, según la tradición, a los tres últimos reyes pertenecientes a la dinastía de los tarquinos (Tarquino Prisco, Servio Tulio y Tarquino el Soberbio).La pronta intervención de los aliados de los latinos permitió a Roma conservar el gobierno republicano que hacía poco se había instaurado, prolongándose desde entonces por cinco siglos, y al mismo tiempo acabando las aspiraciones expansionistas etruscas en el Lacio centro-meridional.En estos conflictos, los volscos fueron a menudo apoyados por los ecuos, otro pueblo extremadamente belicoso que se había asentado el curso alto del río Aniene, los Montes Hérnicos y el lago Fucino, a caballo entre las actuales regiones del Lacio y de los Abruzos.Los ecuos, durante algunos años, lograron llegar a ocupar Praeneste, segunda ciudad latina en importancia, avanzando hasta las estribaciones orientales de los montes Albanos; Fueron detenidos en el monte Álgido (458 a. C.) por un dictador que pasó a la leyenda: Lucio Quincio Cincinato.Finalmente la poderosa ciudad etrusca de Veyes, desde siempre rival de Roma, mantuvo durante todo el siglo V a. C. una constante presión militar sobre la frontera septentrional del Latium Vetus, que al menos en tres ocasiones atacó abiertamente, primero en 485 a. C. /475 a. C.En Roma, mujeres, niños y viejos fueron evacuados a las ciudades vecinas mientras los defensores se refugiaron en la ciudadela capitolina.La ciudad latina, que se encontraba desierta, fue saqueada e incendiada y solo el pago de un fuerte rescate y la firmeza de Furio Camilo lograron alejar a la horda que dirigió hacia el sur a Apulia.Tibur, tercera ciudad latina en importancia, aprovechó entonces para entrar en guerra contra Roma, después de conseguir a sueldo mercenarios galos (361 a. C.).Las ciudades más importantes del Latium (Preanestre y Tibur) terminaron por perder su libertad por lo que se armaron contra Roma.En su ayuda acudieron otras poblaciones importantes del Latium Vetus, entre ellas Túsculo severamente castigada por Roma con la pérdida de sus libertades cívicas.En torno al 350 a. C. tuvo lugar la última guerra contra Tarquinia, que le permitió a Roma consolidar su influencia sobre la Etruria meridional y absorber para su estado el importante puerto de Caere, El destino de los latinos ya estaba definido.En los Campos Fenectanos, territorio perteneciente al Latium Adjectum se consumó el último acto de la tragedia.Un ejército constituido por los latinos de Praeneste, Tibur y otras poblaciones menores fueron enteramente diezmadas por los romanos (338 a. C.).Con el tiempo se desarrolló también una forma de artesanía local dedicada a satisfacer las necesidades básicas: alfarería pero también objetos de vidrio y ámbar, los cuales se han hallado en muchos asentamientos (Colle della Mola, Narce etc.).En lo que corresponde a las actividades comerciales, con toda probabilidad tuvieron una notable expansión en la época etrusca, a partir de los siglos VII / VI a. C. coincidiendo con el desarrollo urbano de Roma, Praeneste, Tibur y otras importantes ciudades habitadas por latinos.Recordemos que el Latium Vetus era en aquella época un importante punto de tránsito entre Etruria y las ciudades de Campania que estaban bajo su influencia (Capua, Pompeya) y los ricos poblados italiotas del Tirreno (Neapolis, Cumas, etc.).En época arcaica (siglo XII a. C. a siglo VIII a. C.) la etnia latina presentaba un desarrollo social y civil comparable con el de las otras poblaciones apeninas de las que apenas se diferenciaba, al menos a juzgar por la escasa información que poseemos.La sociedad debió organizarse patriarcal o tribalmente y en ella el jefe de la tribu desempeñaba también las funciones sacerdotales.Pero ya en el curso del siglo VII a. C., aun siendo rústica, se había depurado notablemente dando vida así a una floreciente producción artesanal.Popularísima entre la clase media, será definido por los estudiosos, sin ninguna acepción despectiva, como arte plebeyo o popular.Por estos años el pueblo latino está en vísperas de cambio memorable que desembocará en la formación del mundo romano, pero perderá su alma noble y austera, aun cuando no la dimensión mítica y heroica que le acompañaba desde su nacimiento.Esta será trasmitida por Roma que a su vez imprimirá por siempre en la civilización latina el sello de la eternidad.La primera inscripción conocida en lengua proto-latina está grabada en la fíbula prenestina, un gancho fabricado en la segunda mitad del siglo VII a. C., pero una literatura propiamente latina solo empezó a desarrollarse en la época romana, a partir del siglo III a. C. Los latinos siempre se distinguieron por su acentuada y estricta concepción de la legalidad, que se reflejó en todos los ámbitos de la vida pública y privada.Célebre por ello fue la Liga Albana, a la cual ya se aludió antes, reunida en torno al santuario de Juppiter sobre el Mons Albanus.