El obispo de Alejandría, Atanasio conoció en vida a san Antonio Abad, y relata en su biografía del santo eremita, sus luchas contra el demonio de la siguiente manera:
Sin embargo, la impresión que el cuadro provoca acaba indecisa entre la tragedia y la comedia.
Fijándose bien, todo el drama está en la figura obscena y digna de compasión del pobre enfermo, con una capucha roja, que está en primer plano sobre el lado izquierdo de la tabla.
La figura doliente se convierte en la metáfora de la desesperación en que puede caer el hombre.
Quién, si no él, puede pronunciar las palabras escritas sobre el cartel que se encuentra en la parte inferior izquierda del cuadro: Bone Jhesu, ubi eras, quare non affuisti ut sanares vulnera mea?.