Las ínsulas extrañas (libro de Esther de Cáceres)

El título del libro Las ínsulas extrañas, procede de Cántico espiritual (1584), del místico español San Juan de la Cruz, específicamente en las canciones XIV y XIX: XIVMi Amado, las montañas,los valles solitarios nemorosos,las ínsulas extrañas,los ríos sonorosos,el silbo de los aires amorosos.XIXEscóndete, Carillo,Y mira con tu haz a las montañas,Y no quieras decillo;Mas mira las compañasDe la que va por ínsulas extrañas.

La filiación es visible en la coincidencia de los títulos, que toman la idea de isla para referir el concepto compartido de poesía; del mismo modo hay coincidencia en la idea compartida del título como clave poética que refiere soledad y música, así como la exploración del extraño y solitario mundo interior que conducen al contacto con Dios.

El tema central, siendo lo religioso,[5]​ tiene dos procedimientos principales que se dan por separado en diferentes poemas.

Así la idea que emana de cada verso modifica – y paradójicamente enriquece – la perspectiva anterior.

“Es el amigo grave” – dice Esther al final del poema “que soñó mi alma”.

Sentimos claramente cómo se incluye en este lugar el abandono a la muerte bajo un discurso sereno y totalizante.

[2]​Las ínsulas extrañas se considera una fuerte influencia para otras poetas latinoamericanas que fueron contemporáneas a Esther de Cáceres, como Gabriela Mistral y Susana Soca.

Esther de Cáceres, 1925