Lao-Tse

Se le atribuye haber escrito el Dào Dé Jing (o Tao Te Ching), obra esencial del taoísmo.

La primera fuente histórica o biográfica se encuentra en las Memorias históricas de Sima Qian del siglo I a. C.; sin embargo, él mismo escribe que sus fuentes y materiales serían muy inseguros y que ha encontrado afirmaciones muy contradictorias sobre Lao-Tse.

Lao-Tse (老子) es un título honorífico compuesto de dos sinogramas: el primero (老 lǎo) significa ‘anciano’, y el segundo (子 zǐ) es un antiguo título de respeto reservado a eruditos virtuosos.

Laozi (técnicamente Lǎozǐ) es la transcripción por el sistema pinyin, oficial en China y en la ONU, por ello esta forma es cada vez más utilizada, especialmente en otros idiomas europeos.

Durante la Dinastía T'ang (618-907) fue honrado como antepasado de esta, puesto que las religiones taoístas afines a la dinastía T'ang relacionaron el apellido de la familia reinante con el nombre póstumo atribuido a Lao-Tse (Lao-Tang), pero esa visión no era compartida por los sectores taoístas opositores a la monarquía, como lo eran los taoístas filosóficos de las sociedades secretas.

A mediados del siglo XX, se llegó a un consenso entre los estudiosos que la historicidad de la persona conocida como Lao-Tse es dudosa y que el Tao Te Ching fue "una recopilación de refranes taoístas hecho por muchas manos".

Alan Watts instó a tener mayor cautela, sosteniendo que este punto de vista era parte de una tendencia académica hacia el escepticismo sobre las figuras religiosas y espirituales históricas, y diciendo que por años, o tal vez nunca, se podrá saber suficiente para poder emitir adecuadamente juicios de este tipo.

Tanto su existencia histórica, como su autoría del Tao Te King, son objeto de controversia.

Sin embargo, se convirtió en un importante héroe cultural para generaciones del pueblo chino.

En otro relato, Lao-Tse era otro contemporáneo de Confucio, titulado Lao Laizi (老 莱 子) y escribió un libro en 15 partes.

Esta visión universalista es la que Lao-Tse toma como punto de partida para su tesis filosófica, analizando el funcionamiento dual de la naturaleza universal existente (yin y yang) para luego ahondar en conceptos más amplios acerca del origen cosmológico del Universo, y así determinar el funcionamiento fluido u orden natural con el cual las diferentes formas han ido mutando para perpetuar la continuidad de la existencia.

Siendo el tao la raíz de todo lo existente tanto en sus manifestaciones físicas como en sus aspectos abstractos, el tao entonces es en sí mismo absoluto, pero paradójicamente implica que nada es absoluto porque todo en la naturaleza requiere de cambios que permitan la continuidad progresiva del propio fluir cósmico,[28]​ razón por la cual el tao no existe en sí mismo como un ente jerárquico,[29]​[21]​ sino como esencia de todo lo demás que ha surgido de él, y tanto los aspectos metafísicamente duales como ser y no ser, y las dualidades cósmicas como Cielo y Tierra,[15]​ han de ser precisamente manifestaciones de la relatividad y complementariedad de los cambios mutacionales que el tao efectuó y que dieron origen a la existencia; de modo que si el tao fuera absolutista, la naturaleza no habría mutado y no se habrían originado cambios dialécticos que dieran origen a la existencia.

[28]​[20]​ Lao-Tse explica que el tao en su unidad es mínimo y absoluto, pero tras mutar y relativizarse da origen a la dualidad, la cual se explicó anteriormente como ser y no ser, pero así mismo, el mundo del ser se subdivide en una consecuente tercera fase de esta mutación del tao, originando así el universo conocido, representado por Lao-Tse como Cielo y Tierra, siendo este el mundo fenoménico donde tras las posteriores mutaciones naturales consecuentes se originaron los diferentes elementos y los seres vivos, entre los cuales se encuentra el hombre.

[41]​ Siendo así, todas las cosas funcionan en armonía con la naturaleza cuando cumplen la función natural que poseen dadas sus características, a las cuales Lao-Tse se refiere como la virtud (de) que las cosas obtienen del tao.

[21]​ Con este sentido de virtud como cualidad de cada forma existente para lograr su desempeño natural, Lao-Tse explica que el orden natural de las cosas es seguir su desenvolvimiento nato, y no descarriarse en maneras contrarias a su comportamiento natural, ya que estas desequilibran la naturaleza y acaban por destruirla.

[42]​[43]​[44]​ Así, con este análisis cosmológico Lao-Tse basa sus enseñanzas en el funcionamiento natural de las cosas, explicando que la naturaleza prosperó debido a sus constantes cambios evolutivos y a la no obstrucción de su desarrollo natural, mostrando esto como ejemplo para la vida del hombre, argumentando como las normas y tabúes impuestos no han de ser la propia naturaleza del hombre sino reglamentaciones artificiales impuestas por mandato jerárquico, siendo estas normativas restricciones que impiden al hombre desenvolverse con libertad y naturalidad para forjar un desarrollo próspero acorde a su naturaleza, por lo que la libertad que el hombre necesita solo la alcanzará tras liberarse de las ataduras superficiales para así adoptar la forma de vida libre y sin restricciones, que le permitan desenvolverse armónicamente como la naturaleza enseña,[25]​ y de esa manera alcanzar el hombre la prosperidad para su vida y el desarrollo del bien común.

Esta percepción del lenguaje basada en la dependencia mutua de los nombres ha tenido mucha repercusión en el pensamiento chino posterior en que tiende a valorar no solo la cosa en sí sino también su opuesto.

La representación gráfica de esta percepción es el yin yang (陰陽), compuesto por una parte negra y otra blanca.

Monumento a Lao-Tse en Quanzhou ( China ).