Para refutar esta doctrina, el católico inglés Thomas Stapleton[3] (en Principiorum fidei doctrinalium demonstratio methodica.
Per controuersias septem in libris duodecim tradita, París, 1582) recurre a la autoridad de San Ambrosio: Imperator enim bonus intra Ecclesiam, non supra Ecclesiam est; e incluso a la del protestante Calvino: Magistratus, si pius est, eximere se nolet a communi filiorum Dei subiectione, cuius non postrema pars est Ecclesiae ex verbo Dei indicanti se subiicere: tantom abest, ut iudicium illud ab Ecclesia tollere debeant.
[4] El dominico italiano Ignatio Fiumi[5] dedica a la refutación de esta doctrina el Tratctus VII - De Ecclesiastica Auctoritate contra Laicocephalos Angliae de su Schola veritatis orthodoxae aduersus mendacia Lutheri, Caluini caeterorumque protestantium erecta (1677).
[6] El polígrafo hispano-peruano Pedro de Peralta Barnuevo, a comienzos del siglo XVIII, se pregunta escandalizado: "¿Qué error más grande puede haber que el de la laicocefalia, en que admiten por sucesor de Cristo un rey hereje, y por sumo sacerdote un laico poderoso, y, lo que es más horrible, una mujer profana?
"[7] En la definición que de este término se hace en L'Encyclopédie (1751)[8] no se utiliza la expresión "anglicanismo" sino "la disciplina de Samson y Morisson" (la discipline de Samson & Morisson) y se insiste en las penas de prisión y confiscación de bienes a que se enfrentaban los que no lo aceptaran.