Sin embargo, en aquella época los jesuitas se mostraban cautelosos con las manifestaciones espirituales, por lo que Labadie, que experimentó visiones frecuentes e iluminación interior, se encontraba insatisfecho y dejó la orden en 1639.
Labadie después se trasladó a Ginebra, donde fue aclamado como «un segundo Calvino ».
[2] El año 1666, Labadie y varios discípulos suyos se trasladaron a los Países Bajos, en la congregación walloniana francófona de Middelburg.
[6] Se creó una imprenta, que difundió muchos escritos de Labadie y sus colegas.
A la edad de 62 años renunció a todo y se unió al labadismo[8] Tras la muerte de Labadie, sus seguidores volvieron los Países Bajos, donde establecieron una comunidad en una casa señorial -Castillo Walta- en Wieuwerd, Frisia, que pertenecía a las tres hermanas Van Aerssen van Sommelsdijck, que eran partidarias del movimiento religioso.
Danckaerts y Schlüter se encontraron con el hijo de Augustine Herman, un gran empresario de Maryland, en Nueva York y él les presentó a su padre en 1679.
[15] Las principales creencias del movimiento labadismo siguen las tendencias de su fundador, Labadie.
La naturaleza sensible de este pensamiento, atrajo a muchas mujeres académicas.
Tanto es así que se convirtió en tema recurrente de algunos textos satíricos.