La villana

Como en el estreno de Doña Francisquita, dirigió la orquesta el maestro Juan Antonio Martínez.

Llega Peribáñez, quien canta una romanza dedicada a la maravillosa uva que se produce en sus tierras: “Tengo un majuelo”.

Entre ellos está el astuto Olmedo, que canta una canción de siega para tenor y coro “Segador: este anochecido vase a desposar”.

Aparece una procesión de mujeres que traen a la novia (C. “Ya suenan los campanillos”).

Le sigue un alegre dúo entre Casilda y Peribáñez “Jamás soñé la dicha que logré…..¡Miradla!

Miguel Ángel alaba las cualidades de Peribáñez, mientras que Olmedo flirtea con su esposa.

Peribáñez prepara su casa, dejando al herido en manos de su esposa Casilda.

Vuelve Peribáñez y Don Fadrique lo ennoblece, sin sospechar que pueda haber algo detrás de ello (Dúo de Peribáñez y Don Fadrique “Señor, feliz me hiciste en un momento”).

Cuando se marchan tanto Don Fadrique como los campesinos, quedan a solas los recién casados, quienes cantan su dúo “Ya estamos en casa…..Ven Casilda conmigo porque quiero que veas”.

Se encuentran Olmedo y Don Fadrique, quien manifiesta sin rebozo lo mucho que admira a la esposa del granjero.

Olmedo intenta advertirlo, pero Don Fadrique canta una serenata o endecha, “Tus ojos me miraron”, a la bella esposa del granjero.

Le sigue un breve dúo de despedida entre los esposos: “Me guarda la sombra que dejas aquí….Tu propio albedrío será tu guardián”.

Sosiégate, corazón…Yo volveré para quererte con más fe….Dulce amor vuelve a mi….Escúchame esposo, nací labradora y villana….Creo en ti dulce bien”.

Se produce un concertante “Señor, pediros querría…Honrado Peribáñez: agora vas a ser….Yo dejo por vos mi casa y mi mujer….A la guerra ballesteros por Castilla y por el Rey”; expresa la decisión de don Fadrique de volver en cuanto pueda, mientras que Casilda teme por su esposo.

Casilda se despierta y ve a don Fadrique, que de nuevo quiere seducirla.

Peribáñez regresa (“¡De nuevo mis pasos me vuelven aquí!”) y descubre la capa del Comendador afuera de la ventana.

El pueblo los admira (Preludio y coro con la jota castellana: "Vengo de despedida".)

Cuando el rey sale de la catedral, Peribáñez ofrece la espada al tiempo que confiesa el crimen.