Las memorias personales o autobiográficas representan un género poco frecuente en la literatura grecorromana.
El autor no es objetivo, realzando sus acciones y ocultando sus contradicciones políticas, mientras pone especial empeño en refutar las acusaciones de traición que contra él había formulado el también historiador judío Justo de Tiberíades,[3] al que tacha de desvergonzado, mentiroso y corrupto.
Primeramente intervino procurando la negociación con el objetivo de evitar el enfrentamiento bélico, pues consideraba que sus compatriotas sublevados “no sólo eran inferiores a los romanos en experiencia bélica, sino también en buena fortuna”.
[7] El relato se extiende en describir la descoordinación, cuando no enfrentamiento fratricida, existente entre las facciones judías que luchaban contra Roma al tiempo que subraya la actitud del autor para integrarlas, en particular en Galilea a donde había sido destinado por el Sanedrín para dirigir la resistencia contra las legiones romanas.
[8] Posteriormente tomó las armas contra Roma hasta que fue derrotado en Jotapa y conducido a prisión donde fue tratado “con toda clase de atenciones, pues Vespasiano me mostraba su estima de muchas maneras”.