Fue realizado durante la estancia del pintor en Roma, pensionado por Carlos IV.
Se nota la influencia de su formación en París junto al gran maestro neoclásico Jacques-Louis David (1748-1825), reforzada por su estancia en Roma al ser testigo directo de los vestigios del esplendor de la Antigüedad clásica.
Madrazo realiza una monumental obra en la que el protagonista yace en su lecho, asesinado, junto a sus generales y otros allegados, con sus armas en una mesilla, y los trofeos e insignias ganados a los romanos.
Se convierte así en el ejemplo primigenio de pintura histórica hispana realizada durante el siglo XIX para desarrollar episodios históricos ocurridos en suelo peninsular.
El objetivo de ensalzar la resistencia patria frente al invasor externo parece claro, en un contexto en el que Madrazo se oponía firmemente a la invasión napoleónica de España.