La edad de oro (película)

[1]​ El hecho de que esta segunda película fuera escrita y rodada una vez que Buñuel formaba parte ya del grupo surrealista de París es un dato realmente importante para contextualizarla como obra surrealista y poder apreciar plenamente todo su valor.

Son estos dos los hilos argumentales esencialmente surrealistas en la cinta, con algunos añadidos quizá no tan evidentes.

Una vez rodada, Buñuel consiguió que se proyectara en el Studio des Ursulines, donde la vieron, entre otros, Man Ray y Louis Aragon; impresionados, decidieron promoverla porque la consideraron una obra realmente surrealista.

El caso es que Un perro andaluz tuvo verdadero éxito, pese a lo provocativa y polémica que era y sigue siendo aún hoy, lo cual le dio a Buñuel no solo dinero o fama, sino la motivación necesaria para seguir haciendo cine.

Sin embargo, financiar una película era verdaderamente costoso, así que Buñuel renunció relativamente pronto a esta idea de continuar con el cine, a pesar de lo cual seguía apuntando las ideas, gags, argumentos... que se le ocurrían.

Esta vez no funcionó el entendimiento de antaño y, decepcionado, Buñuel regresó a París.

Una vez escrito el guion, buscó el equipo necesario: los actores Gaston Modot y Lya Lys para representar los personajes principales, Duverger como operador de cámara (con cuyo trabajo para la película anterior Buñuel había quedado muy satisfecho)... y escogió la música (fue la segunda o tercera película sonora rodada en Francia).

Aquí es donde está el gran mérito de L'âge d'or, pues no queda estancada en los meros juegos formales, no se detiene en la recreación de metáforas o asociaciones novedosas (como sucede en Un chien andalou) sino que va más allá y todo este tipo de novedades y riesgos plásticos llevan detrás una importante carga significativa que es realmente surrealista.

Collage, absurdo, asociaciones arriesgadas, superposición de imágenes, humor (negro también, cómo no), insectos, violencia, sexo, fetichismo, imágenes de podredumbre y excrementos, ridículo: el espectador, al reunir todos estos elementos formales, percibe rápidamente que se halla ante una obra surrealista y, en el caso de “L'âge d'or”, dicha condición se cumple sin lugar a dudas.

Así, la luna, los insectos, la muerte, el sexo, la podredumbre, la liberación pura del ser humano, serán constantes en los trabajos de los tres, elementos poéticos iconizados que nos remiten, directamente, a una época, una manera de sentir y vivir el arte y la poesía.