Considerado débil y tímido, Patroclo resulta una decepción constante para su padre, el rey Menecio.
Sin embargo, Tetis, convencida de que un mortal insignificante no es un compañero adecuado para su hijo, los separa y manda a Aquiles a formarse con Quirón, el centauro mentor de héroes como Héracles y Perseo.
En la isla, Aquiles se hace pasar por una mujer de la corte del rey Licomedes.
Aquiles decide participar en la guerra, pero promete evitar involucrarse en la muerte de Héctor.
En Troya, los aqueos saquean los pueblos vecinos y toman a las mujeres supervivientes como esclavas.
Mientras Aquiles descubre su potencial como guerrero, Patroclo desempeña la función de enfermero.
Aquiles acepta, pero le hace prometer que se desvinculará de la batalla una vez los troyanos empiecen la retirada.
Aquiles pide a sus hombres que, cuando él muera, lo incineren y mezclen sus cenizas con las de Patroclo.
Aquiles sigue luchando en la guerra con la esperanza de morir y reunirse con Patroclo en el Hades.
Finalmente Troya cae y los griegos regresan a casa, dejando que la sombra de Patroclo quede anclada al monumento donde está enterrado.
[3] Miller quiso explorar el personaje de Patroclo y su relación con Aquiles.
Muchos autores grecorromanos interpretan la suya como una relación romántica; era algo común y aceptado en la Antigüedad.
Ese tipo de aflicción física me indicó una intimidad verdadera y total entre ambos hombres.
[13][14]La autora usó textos clásicos de Ovidio, Virgilio, Sófocles, Apolodoro, Eurípides y Esquilo como fuentes para el argumento.