[1][2] Fue además una de las primeras empresas que fabricó automóviles con las cuatro ruedas del mismo tamaño.
Con posterioridad se probó a instalar un motor de explosión accionado por un grupo electrógeno que debía recargar sus baterías, pero el invento tampoco funcionó, por lo que en 1899 se optó por desarrollar el motor de explosión.
La empresa comenzó a funcionar, pero no así sus vehículos, ya que los automóviles eléctricos diseñados no funcionaban más de 4 o 5 kilómetros sin que se agotaran las baterías y se quedasen parados.
Según el proyecto, el ómnibus debía ser un lujoso carruaje con los mejores detalles y capaz de transportar a 20 personas.
Asimismo debía estar equipado con cortinillas en los cristales, redes para alojar pequeños objetos, alumbrado eléctrico tanto en el interior como en el exterior y un espacio cubierto con capacidad para 500 kg de carga de equipaje.
El acumulador eléctrico diseñado por Carlos Vellino no funcionaba, los plazos transcurrían y los gastos crecían.
El destino final del ómnibus eléctrico acabó en tragedia; el vehículo se calcinó junto al barco que lo transportaba rumbo a Valencia.