Poesía yámbica

Su relación con Yambe (la esclava del rey Celeo que hace reír a Deméter, deprimida por no poder encontrar a su hija Core o Perséfone; o la vieja con la que tiene su encuentro el primer poeta yambógrafo Hiponacte, es indiscutible.

Sus orígenes están asociados a las fiestas de la diosa Démeter y especialmente a las fiestas del dios Dioniso, aunque pronto vemos a este tipo de poesía incorporada a un ámbito colectivo más privado, el del simposio o banquete, al que estará después ligada su existencia, muy difuminada posteriormente cuando entraron muchos más distintos géneros y metros derivados de los polimétricos espectáculos teatrales, para resurgir más tarde con el epigrama del Helenismo, aunque el metro yámbico ya se empleaba en otros cometidos.

Los rituales en que se dan el lenguaje y los gestos obscenos (aischrología, skémmata) pertenecen sobre todo a Deméter, diosa triste a la que intenta hacer sonreír su sirviente Yambe, mientras que la invectiva (oneidismós, psógos) y el elemento fálico o abiertamente sexual son constituyentes más abundantes en los de Dioniso, sobre todo a través de la forma del ditirambo.

No obstante todos estos elementos están mezclados a veces en ambos grupos de ritos y en otras ceremonias en que se practicaba la imprecación (Misterios eleusinos, Stenia, Tesmoforias, Haloa etc.).

Esta es una diferencia notable respecto a la épica y la poesía mélica, acompañadas por instrumentos de cuerdas (liras manuales) tocados, en principio, por el propio cantor.

Desde luego es necesaria mucha prudencia en la valoración comparativa de poetas cuya obra se ha conservado en forma tan fragmentaria y sometida a vicisitudes muy diversas.

Busto que suele atribuirse a Arquíloco , el más importante de los yambógrafos griegos.